"No debes temer.
Le dije primero a ella.
Como tú, yo también
tengo el sello de la muerte
expuesto en la frente desde
el momento de nacer...
Nos iremos de aquí felices
para correr juntos también
a la media noche..."

-Recuerdo qué decías cuando
me visitabas en diciembre,
"eres como los mangos de marzo
a mayo, los más dulces de todo,
el año, y lo más agradable
de ver siempre".

Esa vez estabas vestida de las flores
rojas de nochebuena; te dije que
a mi ser le alegraba caminar de prisa
entre los árboles de hálito nocturno,
acompañado de un ser que lleva
como manto a la noche y a su luna.

-Anhelo, y me pregunto si están en
tu memoria esas conversaciones sobre
perros que tenias conmigo: aquellas
ideas de hacer que caminen sobre
tu sombra para cuidar de ellos
cuando sale uno a caminar bajo
el temprano sol del verano.

Yo no sé por qué rehuyes la plática
cuando te hablo de ellas; no sólo
converso contigo sobre cánidos,
y a veces, de felinos, también dialogo
sobre el amor y de la necesidad de amor
que compartimos los que somos humanos
y ellos..

-Un buen día me hablaste sobre el amor,
y lo inminente de nuestra muerte.
Dijiste algo sobre un sello y lo feliz que
serias de morir durante la noche.
No te entendí del todo, pero sentí que
el frío se alojó en mi corazón y no el amor.

Eres la mejor hora para hablar durante
la madrugada; no sólo eres como las
frutas de temporada, de tus ojos dulces,
además proviene el calor de la comprensión.

-Temí.
Tuve temor de no ver más tus ojos
halcones cuando me visto floral,
de no tener tu compañía a partir
de las frías tardes de diciembre,
y cuando sea el amanecer de un día
como aquel...

03/12/2025

Posted on 03/12/2025
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