Ayer me encontré con su sombra;
miraba a destiempo
caminaba con risa y apuro.
Me buscaba...
La recuerdo serena
construyendo puentes de piedra
sobre ríos obsesionados
con el tiempo,
y llorando maravillas
hervía en deseos enajenados de sexo.
A mi lado en nada creía
ni siquiera en su nombre
¿Su nombre?
Se llama...
Lo recuerdo muy bien.
Poblaba mi boca con decires
insulsos en tardes de brisa
y copulas de mayo
cuando el amor le hacia al silencio.
¿Tu crees María?
Me encontré con su sombra,
en nada creía
¡Lo juro!
Me buscaba...
¿Por qué lo sé?
La ví derribando
los puentes aquellos
construidos con piedra de río;
y mirando entre las ramas
de los cafetos,
temía la fuera a mirar desnuda
de nuevo.
Sólo yo la encontraba así.
En los días en que gozábamos
destruyendo nuestros pecados,
haciéndole el amor
a las ropas nuestras
Ayer...
Le temía.
Temía de sus ojos rasgados de julio
y aterrado reía con su risa.
Se morían los perros
y las palabras a su paso,
y le sepultaba yo a sus muertos.
¿Puedes creerlo, María?
Te digo que el miedo se acabó.
Aterrado al verla, me miré;
me di cuenta
que el terror era yo...
Ayer María...
Sobre esos días
me volví un extraño.
No entiendo por qué la encontré
derribando los puentes de piedra,
lloraba maravillas su sombra...

09/21/2001

Posted on 09/21/2001
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